¿Por qué existen tantas personas que tienen dificultades para trabajar en grupo, para vivir en grupo? La respuesta es muy sencilla: porque no dedican tiempo a analizar el proceso grupal y a celebrar sus logros específicos.
Imagine la siguiente escena: una persona adulta se aficiona al juego de las bochas. De pronto se da cuenta que, sin saber cómo, pasa cada vez más tiempo del día pensando en este juego y en su estrategia. Cada vez va más seguido a practicar bochas en un parque cerca de su casa, hasta que lo hace diariamente; llega un punto en que pasa a menos dos horas diarias jugando y presenciando muchos juegos de esta disciplina. Con el tiempo se inscribe en un club, perfecciona su técnica, practica, se inscribe en torneos, lleva registros de cómo mejoran sus marcas y acaba convirtiéndose en un consumado experto en el juego de las bochas. Hasta aquí, todo bien.
Ahora imagine la siguiente escena: después de acostar a sus hijos, dos esposos se sientan al pie de su cama a conversar. El esposo empieza la charla preguntando: “¿Hemos sido unos buenos padres esta semana; nos hemos merecido el tener la conducción de la vida de nuestros hijos?” y ambos empiezan a conversar sobre el proceso de la confianza, la autoridad, la apertura, la cooperación, la cantidad del tiempo que pasan juntos, las actividades grupales en familia y otras cosas más. Deciden registrar diariamente los incidentes más notables en el camino a convertirse en una familia plenamente integrada y comparten esta información con sus hijos; cuando sienten que han dado pasos significativos en la confianza que se tienen, todos lo celebran con una cena muy hermosa preparada y adornada en grupo. Poco frecuente, ¿no? ¿Cuál es la diferencia entre los dos casos?
La diferencia consiste en que estamos muy acostumbrados a ser concientes de nuestros procesos instrumentales e individualistas, pero muy poco acostumbrados a ser concientes de nuestros procesos grupales y a percibir los cambios estructurales a la base de nuestras relaciones. La escuela podría ser un excelente medio en el cual nos acostumbráramos a ser concientes de ambas cosas por igual. Lamentablemente, la realidad nos dice que esto no solo no es así, sino que muy frecuentemente la escuela nos coloca en un entorno de total falta de autoconciencia y de huida de nuestros propios procesos de relación; en una palabra, la escuela nos convierte en analfabetos sociales y en analfabetos morales.
Sucesos como los de la secundaria Columbine, cuando el 20 de abril de 1999 dos estudiantes tomaron las instalaciones de la escuela portando armamento de guerra y asesinaros a decenas de sus compañeros y un profesor, atacaron con granadas varias instalaciones, hirieron a muchos presentes y acabaron suicidándose, nos dicen mucho sobre los extremos a los que pueden llegar las personas con pocas habilidades sociales que son puestas en un entorno fuertemente individualista e incapaz de enseñar a manejar procesos cooperativos de grupo que nos ayuden a vivir mejor y relacionarnos mejor con las personas. El hecho que estos sucesos hayan ocurrido a más de siete mil kilómetros de nuestro país no cambia en absoluto la naturaleza de nuestra responsabilidad moral como maestros ante ellos, ni tampoco nuestro deber de dar una respuesta directa para que sucesos semejantes no vuelvan a producirse jamás. Necesitamos hacer algo.
El primer paso para revertir este proceso consiste en formar grupos de aprendizaje cooperativo y dedicar tiempo a evaluar su proceso, igual que en el ejemplo de la familia antes citado. Tenemos que enseñar a nuestros alumnos a conversar sobre lo que realmente está pasando entre ellos y a solucionar sus problemas a tiempo y mediante el diálogo. Tenemos que ayudarlos a que vean que existe un mejor modo de vivir a través de la cooperación para alcanzar metas significativas. Y tenemos que celebrar los logros en el proceso de la cooperación grupal. Eso significa tiempo y más tiempo.
El análisis del proceso grupal
Cada día el grupo puede dedicar unos minutos a conversar sobre su proceso. Aquí hay algunos de los temas que pueden servir para brindar información sobre estos puntos:
- Nuestro grupo es realmente bueno en …
- Lo mejor que nos pasó hoy como grupo fue …
- Hoy descubrimos juntos que …
- Hoy siento que realmente ayudé a mi grupo en …
- Gracias al grupo, hoy aprendí que …
- La clave de nuestro éxito es …
- La próxima vez lo haremos mejor en …
También es importante que cada integrante converse individualmente con cada uno de sus compañeros (si son cuatro, esto implicará seis conversaciones ida-vuelta). Para ello, pídales que primero escriban un comentario positivo acerca de lo que hizo cada uno de sus compañeros ese día y que lo incluya en el portafolio del equipo, donde esas personas lo podrán leer. A continuación, invítelos a completar cada una de las siguientes frases en una ficha que le entregarán al compañero correspondiente, o bien a decirse verbalmente sus frases, en cuyo caso la persona que recibe la respuesta debe agradecerla:
- Me gustó mucho cuando tú …
- Agradezco mucho que tú hayas …
- Admiro mucho que hayas …
- Me divirtió mucho cuando tú …
- Siento que realmente ayudaste al grupo cuando …
El análisis de la data sobre la eficiencia del grupo
Esta es la parte más sensacional en el trabajo de los grupos. Cuando el anterior objetivo ya está asegurado, explique a los alumnos lo que significa usar diagramas de control de avance (diagramas de barras, por ejemplo). A continuación, pida a los alumnos que identifiquen cuáles son las cuatro o cinco variables claves de su éxito grupal. Dígales que a partir de ahora vamos a esforzarnos por alcanzar un nivel de excelencia en dichas variables. Para ello el grupo se puntúa a sí mismo en dichas variables mediante una pequeña escala (encuesta) confeccionada por ellos mismos. Los alumnos tabulan sus respuestas y las grafican durante cada clase, para estudiar si están avanzando o retrocediendo en dichas variables sociales. Cada clase, los alumnos conversan sobre lo que los miembros del grupo hicieron para mejorar las variables sociales que explican su eficacia y se hacen preguntas de fondo sobre las mismas, como por ejemplo: “¿Cómo podemos alentar todavía más la participación”?, “¿Cómo están haciendo los alumnos del mejor grupo en materia de verificación del aprendizaje; qué podemos hacer para alcanzar ese nivel de integración?”.
Ustedes pueden estar seguros que el solo hecho de graficar estas variables clave en su desempeño grupal hará que los estudiantes avancen vertiginosamente en su proceso de confianza, comprensión, cooperación y protección mutua. Apenas le sea posible, transfiera este proceso al análisis de toda la clase: analicen cuáles son las variables clave para hacer de esta una gran clase (confianza, todos cumplen las tareas, escucha mutua, todos contribuyen con ideas, buenos resúmenes, etc.) y cómo pueden hacer para llevarlas a niveles de excelencia. Es importante que usted grafique estas variables y coloque dicho gráfico en un lugar visible del aula.
Por último, celebren cada avance en el proceso grupal. Enseñe a sus alumnos a considerar el mejor proceso interpersonal como una recompensa intrínseca y un poderoso motivador vicario. El principal beneficio de este proceso es que ustedes eliminarán de inmediato cualquier sensación de soledad que experimenten sus alumnos y fortalecerá su autoestima a niveles extraordinarios.
Este taller ha sido pensado para enseñar el aprendizaje en cooperación. Su puesta en práctica debe ser inmediata, pero no tendrá sentido si se hace individualmente. Trabajen estos temas con sus colegas y háganlo con el coraje que sus alumnos necesitan ver en sus maestros para saber que pueden confiar en lo que el futuro les depare. Que tengan mucha suerte.
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